Empatía: Un estilo de vida
Cada vez es más frecuente el empleo del término empatía (del griego empátheia, “sentir dentro”). Ponernos en el lugar del otro, sentir lo que los demás sienten, es un ejercicio de apertura al mundo que nos ayuda a vincularnos con la vida. Requiere movilizar nuestras propias emociones y dirigir una mirada más comprensiva a nuestro interior. Así mejoramos la forma en que nos relacionamos hacia dentro y hacia fuera.
Pero… ¿de verdad somos capaces de entender adecuadamente el significado?
Si bien los seres humanos estamos preparados para ser empáticos en los dos primeros años de vida, es importante que esta virtud sea desarrollada a lo largo de los años contribuyendo a nuestro éxito y el de los que nos rodean.
• Las personas empáticas conectan velozmente con los demás; logrando hace sentir cómodos a la mayoría.
• Habla bien de uno mismo, nos describe como personas respetables y respetosas.
• Sentir que provocamos un efecto positivo en los demás funciona para subir el autoestima propio.
• Consolida las relaciones profesionales y personales, y las mantiene en el tiempo.
• Las malas noticias son comunicadas de una manera más eficaz y sana, alivianando el dolor de la otra persona.
• Genera mayor capacidad de amor.
Para ganar empatía debemos entrenarnos en el arte de la escucha; la de nuestro interior, pero también la del discurso del otro, dejando que invada nuestro ser sin miedos ni prejuicios, y así establecer una comunicación global, profunda, funcional y, por lo tanto, eficaz.
Asimismo, es fundamental que tratemos de reducir lo más posible el estrés laboral y romper la monótona rutina cotidiana –que sutilmente, y casi sin darnos cuenta, embrutece nuestros sentidos y sentimientos–. Eso implica atender con más empeño nuestras necesidades y nuestro ritmo vital tomando como referencia no el tiempo medido, sino el vivido.
La comunicación empática es necesaria y beneficiosa en cualquier ámbito del ser humano.